Toda la Danza

Coreo-vecinos, instintos de resistir mientras se danza

Lázaro Benítez en colaboración con Luvyen Mederos

Fotos tomadas de la página de Facebook Embarriente: plataforma de danza Guanabo

Desde el año 2017 he seguido los procesos de una generación particular dentro del panorama de la danza contemporánea cubana. Desde entonces intento agrupar pistas, documentar las obras que conforman sus repertorios, situar sus discursos dentro de una zona estética y generacional determinada, analizar las obras de algunos de ellos, acompañarlos en procesos, generar espacios de encuentros, encontrar zonas comunes/opuestas entre los coreógrafos que forman lo que he intentado nombrar Generación XXI.

Desde donde me encuentro hoy, sumergido en una crisis sanitaria que ha desplazado nuestra relación con el otro, que ha transformado el espacio colectivo habitual a un espacio virtual, puedo afirmar que mi interés por agrupar a estos artistas bajo un sello generacional se produjo por la necesidad de reproducir prácticas historiográficas que existen en el universo de la danza. Que, al mismo tiempo, esta construcción generacional, pudiese tener un modesto acompañamiento teórico a la par de sus producciones artísticas.

Es válido acotar que dentro de esta Generación XXI algunos poseen más beneficios que otros, desde tener un espacio donde ensayar, contar con una estructura que visibilice el trabajo, ser reconocido por la institución y lo que esto representa en el entorno de la danza, hasta contar con la posibilidad de contratar bailarines.

En efecto, ellos no son el único ejemplo dentro de la historia de la danza contemporánea cubana. ¿Cuáles serìan los elementos que me/nos permiten identificar a estos artistas como parte de una generación? ¿Podríamos hablar realmente de una Generación XXI en la danza cubana?

Estas dos interrogantes forman parte central de la construcción de este englobe generacional, aunque no serán respondidas en este texto, sirvieron como telón de fondo para hacer visibles algunas respuestas que surgieron en el diálogo con Luvyen Mederos.

Hasta este momento, los creadores que conforman esta generación son: Yoel Gònzalez (Médula), Yanoski Suárez (Ad Livintum), Osnel Delgado (Mal Paso), George Céspedes (Los hijos del director), Gabriela Brudsall y Luvyen Mederos.

Este es un diálogo que establezco con Luvyen Mederos, quien ha desarrollado una iniciativa particular en su zona de residencia, transformando el espacio social, barrial en un coreo-vecindario. Desplazando el lugar habitual donde encontramos la danza contemporánea cubana a su barriada, construyendo con sus propios vecinos una plataforma cultural de resistencia.

Este intercambio forma parte de una serie de entrevistas realizadas a varios de los creadores que conforman la Generación XXI.

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Lázaro Benítez: ¿Cómo surge la idea de construir una iniciativa que le brinda la posibilidad a los vecinos de una comunidad de convertirse en coreo-vecino?

Luvyen Mederos: Este proyecto surge en el barrio para crear un movimiento en Guanabo, un pueblo (mi pueblo natal) que presenta un conjunto de 4 complejas dificultades, que nos afectan como pobladores desde hace más de 30 años:

1- Serias carencias en la oferta cultural y artística para la población en Guanabo.

2-Espacios culturales en ruina (teatro, cine, galería, etc.) deshabilitados.

3- El cambio climático y su impacto en Guanabo. (Guanabo es un punto rojo en el plan estatal de adaptación por el cambio climático: Tarea Vida. Si en 2050 no se recupera las zonas de dunas de la playa de Guanabo, este fenómeno global afectará gravemente a más de 200 viviendas familiares cercanas al mar)

4-Guanabo es una “zona turística” orientada principalmente hacia el turismo de ocio.

Tres nuevos conceptos para generar un cambio en nuestra comunidad:

1- Coreo-vecino: Cualquier vecino del barrio que acepta materializar creativamente y mediante el lenguaje de la danza, sus propias IDEAS, preocupaciones, delirios, mensajes, reflexiones profundas, etc. junto a bailarines colaboradores.

2- Bailarín-colaborador: Bailarines profesionales que se colocan al servicio creativo de las ideas y necesidades de los coreo-vecinos.

3- Muestras o festival de Coreo-vecinos en Guanabo: Un evento que exhibe en nuestro barrio las coreografías creadas por los coreo-vecinos de nuestro coreo-vecindario.

Algo muy importante para la misión local ha sido que cada coreo-vecino que hemos trabajado, no solo ha decidido con qué bailarín, movimientos, sonidos o música, objetos o escenografías, etc. crea su coreografía… también decide dónde, en qué lugar del barrio (una calle, una plaza, alrededor de un árbol, en la playa, etc.) instala su coreografía. Esto ha hecho que el espacio barrio no solo logre transformarse para pobladores y visitantes, también crea un espacio de memoria y conciencia colectiva un poco más eco-responsable y participativa.

Lázaro Benítez: La noción de coreo-vecinos es creada por ti y emerge del contexto donde vives, ¿en qué consiste?

Luvyen Mederos: Sí, coreo-vecino como concepto juega con los términos coreógrafo y vecino. Más allá de lo que signifique ser coreógrafo… en este caso lo definí como: cualquier persona que se reúna con otras para desarrollar un proceso creativo alrededor de una idea, que quiere transmitir en comunión y que se materializará en un tiempo y espacio determinado; y como diría una de nuestras coreo-vecinas: “Claro, todos estamos llenos de realidades y de sueños”. Entonces, lo que diferencia a un coreógrafo de un coreo-vecino es el término vecino, que en este caso significa vivir/estar cerca de algo o de alguien. Y ese vivir/estar cerca de algo o alguien es la danza. Todos somos vecinos de la danza, y en este caso propongo como danza: algo que se construye desde (algo que es inherente al ser humano) las ideas del cuerpo.

Luego de coreo-vecino vino otra idea más abarcadora: el coreo-vecindario, porque si varios vecinos crean sus propias coreografías, creamos espacios mentales donde (como actores o espectadores) somos vecinos de las ideas coreográficas de cada vecino.

Construir un coreo-vecindario (grupo de relaciones danzarias que se instalan en nuestro propio barrio) constituye un espacio físico-mental y hasta sensible, donde se articulan las distintas ideas y voluntades, sociales, políticas, estéticas, religiosas, etc. coreográficas de varias personas. Básicamente todos, cualquiera puede manifestarse mediante la danza y decir mediante ella lo que desee.

El juego de palabras coreógrafo y vecindario (coreo-vecindario) me hizo pensar en lo que definimos como festival, cuáles son las lógicas que los arman y los impactos sociales que desean sembrar en ciudades o comunidades. La lógica curatorial o programación en estos festivales y muestras en Guanabo, es que solo presenta obras intervenidas o creadas por vecinos devenidos coreo-vecinos o bailarines-colaboradores de la comunidad.

Y se interesa por instalar la danza desde adentro en personas que no han tenido casi relación con la danza. Los convida como bailarines, como coreógrafos o como espectadores vecinos de sus vecinos y de la danza. Porque también desea algo que particularmente me aterra cuando hacía obras (ahora me defino como bailarín de personas que no son coreógrafos), lo que me aterraba antes (cuando era coreógrafo) era que no viniera casi nadie al teatro, etc. donde se presentara mi obra…. el concepto coreo-vecino potencia una obra de arte de contexto, de barrio, algo que comienza validándose progresivamente de vecino a vecino. Aquí los vecinos y otras personas vienen a ver coreografías porque es de un familiar, un amigo o un vecino, por curiosidad y contagio danzario.

Expandir el hecho danzario desde coreógrafo hasta coreo-vecino articula una serie de acciones colectivas con las que quiero volver a definir lo que conozco como: danza, coreógrafo, mis vecinos, Guanabo, bailarín, festival, políticas de programación, mediación cultural, público de danza, misión social, etc.)

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Lázaro Benítez: ¿Cómo se produce la selección de los sujetos que se convertirán en coreo-vecinos? Una vez seleccionados quienes van a crear, ¿estos reciben un taller de composición coreográfica u otro método que les ayude?

Luvyen Mederos: Respecto a cómo selecciono, tengo siempre muchas dudas, me encantaría que fuera gente que llegue a mí, pero la verdad es que solo se lo he propuesto a personas que me impresionan por su vida, trayectoria, capacidad de emocionarse, sus historias, su forma de ver la vida, etc.

Para el futuro pensé en brindarle la oportunidad de ser coreo-vecino a vecinos que realizan una labor comunitaria intensa, por ejemplo: el profesor de Tai-chí que desde hace 10 años imparte clases gratis en el barrio, o los jóvenes y maestros del Para-Karate (proyecto de karate para jóvenes con capacidades no convencionales), etc… otras personas y proyectos que aglutinan a la comunidad desde hace un tiempo. Luego me di cuenta que ese no es el objetivo porque lo que me planteo es la participación/movilización de la comunidad desde sus propias ideas y esos vecinos con su labor ya se han abierto sus propias maneras de aportar y estar juntos.

Desecho la idea de pensar en gente con la que no he hablado casi o con gente que no esté al margen de esa vida comunitaria para de esta forma vincularlos.

Sobre si reciben talleres, al principio lo pensé mucho pero determiné que no, porque de alguna forma pudiera interpretarse como el artista que dice qué es el arte o la danza…. entonces no imparto talleres sobre danza o composición. Cada vecino ha determinado su propio camino de hacer y nosotros (como bailarines colaboradores) hemos aprendido nuevas formas de asistir y acompañar ideas nuevas.

Lázaro Benítez: ¿Cuáles son los criterios que se privilegian para la creación (una idea, una frase, una historia, un movimiento, una obra de danza)?

Luvyen Mederos: Aquí también tuve muchas dudas cuando empecé a trabajar porque me interesa que los coreo-vecinos con los que trabajo encuentren las ideas que más les interesen. Que la creación sea como una pulsión involuntaria y dentro de lo que propongo no funciona así, o sea, no son mis vecinos los que vienen a verme a mi casa porque quieren crear… Ojalá y fuera así, quizás si continuamos trabajando eso ocurra algún día. El caso es que me di cuenta que para que no fuera invasivo y trivial, (ni la obra, ni el proceso creativo) deberíamos crear una herramienta que no fuera una camisa de fuerza, ni capturara la primera idea y luego no se pudiera reflexionar sobre otras cuestiones. Me hacía falta una herramienta que documentara más el día a día y el viaje de ideas de esta persona que iba a devenir coreo-vecino.

Esta herramienta con la que trabajamos (los bailarines colaboradores y coreo-vecinos) es una herramienta que inicia la chispa o pistas creativas y parte de la manera en la que se hacen los mapas conceptuales, la llamamos: mapas visuales coreográficos. Es muy buena porque crea una relación tangible y más concreta entre coreo-vecinos y bailarines colaboradores. Estos mapas visuales coreográficos los hacemos de muchas maneras, hacemos mapas con varias preguntas: Hacer un mapa visual coreográfico sobre la idea/preocupación/tema que MÁS te gustaría manifestar en tu coreografía, o sobre lo que MÁS te gustaría ver en escena, sobre el mar…. Y de muchas otras maneras. También (y esto es muy importante es hacer la pregunta contraria (sabiendo con lo que no se quiere trabajar se puede avanzar muchísimo en el trabajo), por ejemplo: Hacer un mapa visual coreográfico sobre la idea/preocupación/tema que MENOS te gustaría manifestar en tu coreografía, o sobre lo que MENOS te gustaría ver en escena... Esto algo de lo que me doy cuenta ahora y creo que si decidiera “ser coreógrafo” otra vez haría este ejercicio sobre lo que no quiero.

Te envío el Libro de mapas visuales coreográficos. Eso fue lo que hicimos para el espacio aquel de la Bienal de artes plásticas. ¿Te acuerdas?

Estaba el libro este y el video de lo que habíamos hecho en el barrio.

Lázaro Benítez: ¿Este proceso de coreo-vecinos responde a una zona específica de tu investigación?

Luvyen Mederos: Bueno, creo que es una investigación sobre cómo generarme una etapa de razones profundas para/con/desde la danza. Pienso que comencé a ver la danza como algo muy personal, quizás narcisista (yo, mi cuerpo, mis resultados y conquistar) ahora busco cómo ponerme al servicio de y cómo colaborar creativamente con…. mi pueblo, mis vecinos, mi país (,) la danza.

Patria o muerte…. Danzaremos.

¿Está mal dicho? Cambiar todo lo que debe ser cambiado.

Lázaro Benítez: Y las decisiones... ¿se toman de manera grupal o alguien dirige? ¿Existen espacios de debates?

Luvyen Mederos: No, las decisiones coreográficas las toma el coreo-vecino. Los bailarines colaboradores lo que hacemos es encausar, proponer y acompañar las ideas coreográficas que nos remite el coreo-vecino, pero luego el decide cuál es su resultado-obra final a compartir. Ser coreo-vecino es una oportunidad personal de tomar decisiones artísticas, sin embargo, hay otras decisiones que sí son totalmente colectivas. Por ejemplo, fue para mí de un total aprendizaje debatir con mis vecinos sobre como haríamos el festival (cuestiones artístico-logísticas: orden de las obras, qué hacían los espectadores entre obra y obra, cómo los atendíamos cercanamente, cómo propiciábamos un espacio de debate dónde pudiéramos hablar cómodamente pobladores y visitantes… etc.)

Lázaro Benítez: Muchas gracias por tu tiempo y por abrirme las puertas de la coreo-vecindad

Luvyen Mederos: Bueno, querido!!! Muchas gracias, gracias por todo!

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