Toda la Danza

Ben Stevenson y su huella en el Ballet Nacional de Cuba

ViVa.BNC


Por Viengsay Valdés

Cuando el 5 de junio de 1994, me gradué en la Sala García Lorca del hoy Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” con el pas de deux Esmeralda —con el que obtuve la medalla de oro en el concurso de ballet Vignale Danza en Italia—, no podía imaginar que alguna vez conocería personalmente al autor de esa versión coreográfica tan significativa para muchos bailarines y estudiantes de ballet en el mundo.

Ben Stevenson, afamado coreógrafo de nacionalidad inglesa, ya por entonces había aportado a la danza clásica internacional una serie de títulos que integran el repertorio de grandes compañías de ballet del mundo y que han contado con intérpretes excepcionales. Uno de ellos, Carlos Acosta, me invitó a bailar junto a él el apasionado dúo End of Time, en una gira por toda Cuba en el 2010.

Sin embargo, no fue hasta 2019, en una visita de Ben Stevenson a La Habana y durante una rueda de prensa organizada por la compañía Acosta Danza en la residencia del embajador británico, que pude conocerlo personalmente, estrechar su mano y agradecerle por tantas creaciones hermosas. Allí le solicité que visitara la sede del Ballet Nacional de Cuba (BNC) una vez más, pues ya lo había hecho en 1978, cuando asistió como invitado al VI Festival Internacional de Ballet de La Habana.

El director emérito del Houston Ballet (Estados Unidos) no tardó en honrarnos con su presencia, y una vez en la casona de Calzada y D, en El Vedado —tan suya como nuestra—, recordó con cariño la clase que impartió durante aquel evento a varias bailarinas de la época, entre ellas a Alicia Alonso. Fue en aquel mismo Salón Azul, donde integrantes del BNC actuaron para Ben, y la invitación para un pronto regreso quedó formulada.

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Viengsay Valdés junto a Ben Stevenson Foto: Leysis Quesada. Cortesía de la autora

El sueño acaba de hacerse realidad, y por estos días he tenido el inmenso honor de compartir a su lado como ensayadora del pas de deux Esmeralda, de su autoría y que gracias a un vídeo que nos proporcionó, pude realizar el montaje para varias parejas: María Luisa Márquez a compartir con Diego Tápanes y Yankiel Vázquez más Chavela Riera y Yasiel Hodelín.

Me llenó de satisfacción que Ben elogiara mi trabajo: los bailarines se aprendieron la pieza y estuvo musicalmente lograda. Así pudimos aprovechar el ensayo para concentrarnos en pulir detalles artísticos. Nos comunicábamos en inglés y, a su vez, le traducía a los bailarines.

Junto a Ben disfrutaba cada explicación; tuve el privilegio de verle transmitir sus aportes como maestro y mentor a cientos de bailarines de diferentes generaciones. Aprecié a un maestro generoso con su propia versión, que respeta las individualidades, y propone lo que mejor le conviene a cada intérprete, según su carácter y estética.

Con gran sentido del humor y siempre buscando símiles que puedan aguzar la imaginación del danzante, Stevenson derrocha carisma en el salón. A pesar de sus 86 años y de su salud delicada, no pierde oportunidad para mostrarle a cada bailarín las formas de interpretar y relacionarse entre sí: enfatizar en la importancia de la mirada, la química que debe existir en la pareja, la complicidad y hasta las pequeñas riñas que pueden surgir en las relaciones amorosas.

He disfrutado toda esa experiencia a plenitud. Para mí fue como volver a vivir mis ensayos con el maestro Fernando Alonso y con Alicia, cuando me insistían en los mismos detalles e intenciones, tan esenciales en nuestro baile, y que constituyen una de las características definitorias de la Escuela Cubana de Ballet: la relación de pareja.

Hubo un aspecto que me llamó particularmente la atención: Ben Stevenson prefiere que no exista la perfección del paso, sino la búsqueda armónica de la naturalidad del movimiento. Rechaza los cuellos tensos a un lado, la rigidez de los brazos por el esfuerzo de controlar un salto o durante un simple promenade.

Escuché atenta cada una de sus correcciones que, de inmediato, incorporé e hice mías. Esta experiencia de trabajar a su lado la atesoro convencida de que Ben Stevenson es una de las grandes personalidades de la danza en nuestra época.

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Ben Stevenson en el Ballet Nacional de Cuba Foto: Leysis Quesada. Cortesía de la autora

Los que aún podemos tener ese contacto directo con un coreógrafo de su magnitud que involucra sentimientos, virtuosismo, musicalidad y tradición, debemos sentirnos afortunados. Cuando alguien transpira un talento genuino —no importan los años—, lo revive como el primer día, muestra un arte cristalino y pone alma a las obras.

Las piezas que pretendemos llevar a escena en esta ocasión son cuatro. Se dice fácil el número, pero en apenas dos semanas y media de montaje plantea un verdadero récord.

Réquiem, con música de Wolfgang Amadeus Mozart, dura más de 45 minutos, y además de 11 bailarines hombres requerirá la participación de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, además de solistas y el coro del Teatro Lírico Nacional de Cuba. Fue creado en 2006 para el Texas Ballet Theater que Ben Stevenson dirige en la actualidad, y amerita destacar que ninguna otra compañía en el mundo tiene dicha pieza, además del ballet cubano.

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Ben Stevenson en el Ballet Nacional de Cuba Foto: Leysis Quesada. Cortesía de la autora

En tanto Tres Preludios, su primera y más famosa coreografía en el año 1969, luce a una pareja que se enamora mientras trabaja en un estudio de ballet que se representa por una barra extensa.

La excelente partitura de Sergei Rachmaninov motiva a desplegar intensidad y pasión en cada movimiento. El American Ballet Theater, el Ballet de la Ópera de París y el Ballet del Teatro alla Scala, de Milán, son tres de las compañías que atesoran esta obra que ha sido galardonada con la medalla de oro en la categoría de coreografía, en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria, 1972. Me place que el BNC pueda hacerla suya también.

Como era esperado, el público podrá disfrutar en el Teatro Nacional del pas de deux Esmeralda, que nuestra compañía ya había incorporado a su repertorio a finales de los años ochenta, pero ahora la rescatamos con su propio creador, para mayor brillo y modernidad de esa virtuosa versión.

Además, exhibiremos un estreno dedicado al Jubileo de Platino de la Reina Isabel II por sus 70 años en el trono del Reino Unido. El ballet se titula Los corceles de la reina, debido a la afición de Su Majestad por los caballos. Así, esta temporada en homenaje a Ben Stevenson conmemora también los 120 años de relaciones diplomáticas entre Reino Unido y Cuba.

Con la presente temporada, Ben Stevenson no solo amplió su relación con el BNC, sino que también consiguió iluminar a los intérpretes con la sabiduría y el talento de los grandes maestros. El repertorio y la historia de nuestra compañía crecen con los aportes de este maestro y coreógrafo al que, desde ya y para siempre, reconoceremos como un eterno amigo.

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